Cuando hablamos sobre aire acondicionado y climatización, este tema es siempre fruto de debate intenso. Las personas tenemos preferencias distintas y encontramos el confort en unas temperaturas que pueden diferir bastante entre unos y otros. No obstante, el ajuste del clima de una estancia trasciende de los gustos subjetivos de cada uno y puede influir directamente en nuestra salud si hacemos usos incorrectos del termostato.
Se suele tener la creencia de que los grados que le asignamos al aire acondicionado debe ser siempre una cifra casi invariable (normalmente situada entre los 20 y 23 grados) pero se obvia muchas veces los condicionantes que debemos tener en cuenta a la hora de regular el clima de nuestra estancia.
En primer lugar, hay que tener muy claro que la referencia a la hora de establecer la temperatura es el clima que haya en la calle. Si descuidamos esto, la diferencia entre uno y otro ambiente puede causarnos resfriados con facilidad. Lo que se recomienda es que subamos unos 10 grados respecto a la temperatura ambiente con el aire acondicionado para que no suframos esas subidas y bajadas ambientales que pueden ser malas para nuestra salud. De esta forma, orientativamente se podría decir que en invierno habría que situar la climatización en torno a los 19/20 grados y en verano sobre los 23/24, pero como hemos dicho anteriormente esto depende del clima de cada día.
Otro de los factores que influyen de forma considerable son los referidos a la situación de la vivienda o edificio: su orientación, las horas de luz directa del sol… Y de la misma forma tienen importancia los elementos que como toldos, ventanas y otros medios de ventilación condicionan estos factores de situación.
Por la complejidad que supone valorar todos estos condicionantes, siempre se recomienda consultar con un experto para que analice la situación en cada caso y nos dé las indicaciones necesarias para utilizar el aire acondicionado de la manera más correcta.